Un día como hoy, el corazón de un hombre que había devuelto la esperanza a millones dejó de latir. Pero su ejemplo, su coraje y su amor por el pueblo siguen latiendo en cada lucha, en cada barrio, en cada pibe y piba que no se resigna.
Néstor Kirchner no fue un presidente más: fue el que se animó cuando todos se escondían. El que se paró frente a los poderosos con la frente en alto y les dijo que la política debía volver a ser una herramienta del pueblo.
El que bajó los cuadros de los genocidas y levantó la bandera de los derechos humanos.
El que le devolvió dignidad al trabajo, y orgullo a una generación que había crecido sin creer en nada.
El que entendió que los sueños no se negocian, se conquistan.
Hoy lo recordamos con la misma emoción con la que lo despedimos, pero también con la certeza de que su paso marcó para siempre la historia argentina.
Porque Néstor no murió aquel 27 de octubre: se multiplicó en cada militante, en cada gesto solidario, en cada abrazo colectivo que resiste el odio y la desesperanza.
Gracias, Néstor, por haber encendido la llama.
Nosotros la seguimos cuidando, porque como dijiste:
“Que florezcan mil flores y que mil flores sean millones.”
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