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El pueblo y el Congreso le pusieron un freno a Milei


Por AWQAY

Ayer la Cámara de Diputados dio un paso contundente contra los vetos de Javier Milei. Con más de dos tercios de los votos, rechazó el intento presidencial de frenar dos leyes fundamentales: la Emergencia Pediátrica para el Hospital Garrahan y la Ley de Financiamiento Universitario.

Los números fueron claros:

  • Emergencia Pediátrica (Garrahan): 181 votos a favor de insistir en la ley, 60 en contra y 1 abstención.

  • Universidades: 174 votos a favor, 67 en contra y 2 abstenciones.

Ahora el Senado tiene la última palabra. Si allí también se insiste en las leyes, el Ejecutivo se verá obligado a promulgarlas.

El Congreso bajo presión social

Lo que ocurrió no se explica solo en el recinto. Afuera, en la calle, la gente fue protagonista. Docentes, estudiantes, médicos, enfermeras, familias con hijos en brazos, trabajadores organizados y movimientos sociales colmaron los alrededores del Congreso con un reclamo unánime: “Con la salud y la educación no se jode”.

Esa presión popular fue clave. No hubo margen para el cálculo tibio: hasta sectores opositores moderados terminaron votando en contra de Milei porque entendieron que negarse al financiamiento de hospitales pediátricos o de universidades públicas era políticamente suicida.

El trasfondo político

El rechazo a los vetos es un golpe directo a la estrategia de Milei de gobernar por decreto y veto presidencial. Su apuesta de instalar la idea de que “el Congreso es un gasto” se choca de frente con una realidad: el Congreso todavía es un espacio donde se canaliza la presión del pueblo organizado.

A casi dos años de gestión, Milei enfrenta un aislamiento político creciente. Y lo que es más grave para él: ese aislamiento está acompañado por movilización en las calles.

¿Qué implica este triunfo popular?

  1. Para el Garrahan: asegura recursos extraordinarios frente a una crisis sanitaria que golpea especialmente a la niñez.

  2. Para las universidades: garantiza fondos para sostener su funcionamiento y evita el ahogo financiero que empujaba al cierre de carreras, becas y programas de investigación.

  3. Para la política: marca un límite. Milei ya no puede imponer su voluntad desconociendo las mayorías. El Congreso, empujado por la calle, mostró que se puede torcerle el brazo.

Una postal de la resistencia

La jornada dejó imágenes potentes: médicos con sus guardapolvos blancos mezclados entre banderas universitarias, familias defendiendo la salud de sus hijos, la juventud universitaria cantando como en las marchas históricas. Es la misma mística que atraviesa al pueblo argentino desde hace décadas: cuando tocan derechos esenciales, el pueblo sale y gana.

Y la perlita llegó al final: el festejo en San José 1111, donde Cristina Fernández de Kirchner cumple prisión domiciliaria. Después de la votación, miles de personas se trasladaron hasta allí. Cristina salió al balcón, saludó con los brazos abiertos a la multitud y compartió la emoción de la victoria. Se escucharon cantos, hubo abrazos y lágrimas, y las redes explotaron con su mensaje: “En San José 1111, el pueblo no cambia de ideas… sigue las banderas de Evita y Perón. Defiende la salud de los niños y la Universidad Pública”.

Esa postal de la militancia, entre banderas, bombos y abrazos, dejó en claro que la política no se limita a los palacios: también se escribe en la calle, en el barrio y en la resistencia popular frente a la persecución.

En conclusión

El rechazo de los vetos no es solo una derrota legislativa para Milei: es la prueba viva de que el pueblo organizado sigue siendo protagonista de la historia. La salud y la educación, pilares de cualquier nación justa, se defendieron en la calle, se ratificaron en el Congreso y se celebraron frente a la casa de Cristina.

La batalla sigue en el Senado, pero el mensaje ya está claro: cuando el pueblo se planta, el poder no pasa.

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