Por AWQAY
Luis Caputo salió en streaming a repetir como un mantra: “vamos a vender hasta el último dólar”. Lo dijo como si fuera una promesa de tranquilidad. Pero en la historia argentina esas palabras nunca fueron una garantía: siempre fueron la antesala del desastre.
Porque vender “hasta el último” no es un plan económico, es un aguante desesperado. Significa que no hay dólares que entren por exportaciones, ni por inversiones, ni por créditos. Significa que lo único que tienen para mostrar es la caja del Banco Central, cada vez más vacía.
Cuando un gobierno llega a ese punto, el final es conocido: primero endurecen el cepo, después aparecen las trabas, más tarde las restricciones, y lo que queda es un pueblo cada vez más atado mientras los grandes especuladores ya se fugaron.
Caputo lo intentó maquillar con su tono de seguridad. Pero en realidad confesó lo que todos saben: el poder se les escurre por el drenaje de reservas y no tienen con qué frenarlo.
En Argentina, cada vez que un ministro dice que va a vender “hasta lo último”, lo que en realidad está anunciando es que el tiempo se les acabó.

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