Por AWQAY
Vivir bajo el liberalismo es vivir en un estado de asfixia permanente. Los precios no dan respiro, el sueldo se evapora antes de llegar, y la vida se convierte en una carrera imposible contra el hambre y las cuentas. No es solo la pobreza material: es el agotamiento de la mente, el aplastamiento del ánimo.
Ya lo vivimos con Macri. Muchos encontramos salidas falsas para no pensar, para adormecer el dolor. Pero ahora el infierno está más encendido que nunca. Y no hay anestesia que lo apague: la realidad golpea en cada changa, en cada compra, en cada vez que abrimos la heladera.
Milei se presenta como un libertario, un “cordero” que dice venir a salvarnos del “mal” anterior. Pero en verdad, es un cordero de Satanás. No en el sentido religioso de catecismo, sino en el místico y filosófico: un enviado de las fuerzas que buscan romper lo humano, arrancarnos la solidaridad, y dejar que la selva devore al más débil.
Porque lo que se destruye no es solo la economía: es la esperanza. El liberalismo no gobierna para el pueblo, gobierna contra él. Su objetivo no es administrar, sino rendirnos. Que miremos al piso. Que creamos que no hay salida.
Pero el infierno no se combate arrodillado. Si el enemigo quiere que nos rindamos, la única respuesta posible es organizarnos. Juntarnos. Volver a creer en la fuerza colectiva que ellos temen. Porque si algo demostró la historia de este pueblo es que, cuando nos levantamos juntos, ni Satanás ni sus corderos pueden con nosotros.
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