Por AWQAY
Desde la detención de Milagro Sala en 2016, el peronismo jujeño no ha logrado reponerse. Una maquinaria judicial eficaz desactivó a su principal figura y dejó al justicialismo sin conducción ni territorio. Los resultados de las elecciones 2025 lo confirman.
El 16 de enero de 2016, Milagro Sala fue detenida en Jujuy por "instigación a cometer delitos y sedición". Detrás del expediente judicial se escondía una decisión política: neutralizar a la única lideresa capaz de mantener viva la mística peronista en el norte del país. Desde entonces, el peronismo jujeño entró en una crisis profunda de representación, organización y conducción.
Hoy, a casi una década de su detención, esa herida sigue abierta. Y los resultados de las elecciones legislativas del 11 de mayo de 2025 lo confirman con crudeza.
Con el 17,87% de las mesas escrutadas, el oficialista Frente Jujuy Crece, liderado por Carlos Sadir (UCR – Cambia Jujuy), obtiene el primer lugar, La Libertad Avanza, en segundo lugar y el justicialismo en tercer puesto.
Estos datos no son una excepción. Forman parte de un ciclo sostenido de derrotas:
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En 2015, Gerardo Morales rompió décadas de hegemonía peronista ganando con 58,31%.
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En 2019, fue reelecto con 43,76%, ante un PJ dividido y sin liderazgo.
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En 2023, Carlos Sadir arrasó con 49,52%, mientras el Frente Justicialista apenas alcanzó 22,32%.
Desde la prisión de Milagro Sala, el justicialismo no volvió a ganar una elección en Jujuy. La dirigenta de la Túpac Amaru era más que una figura: era organización territorial, movilización de base, mística, votos y proyecto. Su detención, considerada arbitraria por la ONU y múltiples organismos de derechos humanos, no sólo fue una advertencia. Fue el punto de quiebre de un modelo de poder popular.
La metodología recuerda a los viejos manuales del Plan Cóndor, adaptados a la democracia formal: el uso del "partido judicial" como instrumento para desactivar liderazgos disruptivos. Sin necesidad de botas ni tanques, hoy se encarcela políticamente mediante causas armadas, prisiones preventivas eternas y linchamientos mediáticos.
Milagro Sala fue la primera. El peronismo jujeño, el segundo. Los pueblos organizados, el blanco final.
Hoy Jujuy votó, pero no eligió entre modelos. Eligió entre lo permitido y lo desactivado. Mientras Milagro sigue presa, el justicialismo de la provincia sigue buscando su voz. Una voz que, hasta ahora, no ha logrado reemplazar a quien fue silenciada desde un penal y desde el poder.

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